
El Huracán Gilberto, que ocurrió en septiembre de 1988, es considerado uno de los huracanes más destructivos en la historia de México.
Con vientos máximos sostenidos de aproximadamente 215 km/h, Gilberto causó devastación en varias regiones del país. Provocó inundaciones, deslizamientos de tierra y daños significativos en infraestructuras y viviendas.
El impacto de Gilberto dejó un saldo de cientos de personas fallecidas y miles de damnificados. Esta tormenta sirvió como un recordatorio de la importancia de la preparación y respuesta ante eventos climáticos extremos.