
México ha enfrentado un problema significativo de obesidad en los últimos años, siendo uno de los países con tasas más altas de obesidad en adultos y niños. Se ha atribuido en parte a la disponibilidad y el consumo frecuente de comida chatarra. Las tiendas de conveniencia, los puestos de comida rápida y los alimentos procesados están ampliamente disponibles y a menudo son más asequibles que opciones más saludables.
Para abordar este problema, el gobierno mexicano ha implementado diversas medidas. Una de las más notables es el impuesto a las bebidas azucaradas y a alimentos de alta densidad calórica, conocido como el "Impuesto a la Comida Chatarra". Esta medida busca desincentivar el consumo de productos poco saludables y generar ingresos para programas de salud.
Además, se han promovido campañas de concientización sobre los riesgos asociados con el consumo excesivo de comida chatarra, y se han impulsado políticas para mejorar la información nutricional en los envases de los alimentos, para que los consumidores puedan tomar decisiones más informadas.