Fenómenos climáticos extremos, como huracanes más intensos, sequías prolongadas, inundaciones y olas de calor, se han vuelto más frecuentes y severos. Estos eventos pueden destruir infraestructuras, afectar la seguridad alimentaria y el acceso al agua potable, y poner en peligro la vida humana.

El cambio climático contribuye a la propagación de enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y el Zika, ya que los vectores se mueven hacia nuevas áreas debido a las temperaturas más cálidas. Además, el aumento de las temperaturas puede aumentar el riesgo de golpes de calor y problemas respiratorios, lo que ejerce presión sobre los sistemas de atención médica.

Las alteraciones en los patrones climáticos y las condiciones meteorológicas impredecibles afectan la producción de cultivos y la disponibilidad de alimentos. La sequía puede reducir los rendimientos agrícolas, lo que a su vez puede dar lugar a la escasez de alimentos y al aumento de los precios.