La mayoría de las cárceles en América Latina sufren de sobrepoblación, lo que conduce a condiciones inhumanas y hacinamiento. La capacidad de las instalaciones a menudo se ve superada por la gran cantidad de personas detenidas, lo que dificulta la provisión adecuada de servicios básicos como atención médica, alimentación y espacio adecuado para los reclusos.

Las cárceles en América Latina son conocidas por su alta tasa de violencia y actividad criminal. Los enfrentamientos entre pandillas y grupos criminales dentro de las cárceles son comunes, lo que puede resultar en muertes y lesiones. Además, muchas veces las cárceles son centros de operaciones para el crimen organizado, lo que dificulta su control.

La corrupción en el sistema penitenciario es un problema generalizado en la región. Esto puede involucrar a funcionarios de prisiones, autoridades judiciales y políticos, lo que contribuye a la falta de seguridad y la impunidad en el interior de las cárceles.